En una casa como esta ubicada en la Calle de Ezequiel Montes Antigua Calle de la Paz se dio la fiesta tan sonada de los 42 que terminaron siendo los 41

En una casa como esta ubicada en la Calle de Ezequiel Montes Antigua Calle de la Paz se dio la fiesta tan sonada de los 42 que terminaron siendo los 41

La Casa del Baile de los 41

 “El baile de los cuarenta y uno” o “de los cuarenta y un maricones“, fue el escándalo más sonado de los siglos XIX y XX en México. El detonante del escándalo fue una redada realizada el 18 de noviembre de 1901 en una casa particular donde se celebraba un baile. Esto sucedió durante el mandato del General Porfirio Díaz. La prensa de la época registra que en aquella casa se dieron cita 42 individuos, todos del sexo masculino. La mitad de los asistentes vestía de mujer, ataviados con coquetas pelucas, aretes, amplias y frondosas caderas postizas, además de rostros embellecidos de colores llamativos, mientras que la otra mitad vestía prendas masculinas.

Fiestas gays se han dado en todas las épocas y culturas, lo que este guateque tenía de especial, aparte de realizarse hace más de un siglo, bajo un gobierno militar y en medio de una sociedad ultra machista, era uno de los invitados que encontraron disfrazado en la fiesta: Ignacio de la Torre y Mier, yerno del Generalísimo Díaz, esposo de Amanda Díaz, su hija mayor y consentida.

Ignacio de la Torre y Mier

Ignacio de la Torre y Mier

Según las pesquisas policiales, en aquella bacanal –uno de las tantas organizadas por Ignacio de la Torre-, se incluía también la rifa de un agraciado joven conocido bajo el mote de “El Bigotes”. Las crónicas añaden que los gendarmes hicieron una redada llevándose detenidos a todos los participantes del singular festín: 41 hombres fueron trasladados a prisión. El número 42, se supo más tarde, fue Ignacio de la Torre y Mier, al que su suegro salvó para cuidar la reputación familiar y la honra de su hija.

Aunque los periódicos de la época no lograron documentarlo, más tarde se supo que un gran número de los concurrentes pertenecían a las familias más prominentes del gobierno, algo así como un “círculo rosa” del Porfiriato. Los nombres de los más influyentes también fueron borrados gradualmente, y claro, no sufrieron las consecuencias de los menos afamados. Éstos, después de pasar por la cárcel, fueron confinados en campos de concentración militares como castigo a su “deshonrosa” actuación.

A pesar de los intentos del dictador de silenciar a la prensa e impedir un escándalo familiar, la noticia corrió como pólvora. Un ejemplo de esto fueron los ejemplares de la Gaceta Callejera, una hoja suelta que se repartía de mano en mano en esos días. Aquella edición especial se tituló: “Los 41 maricones encontrados en un baile de la calle de La Paz 20 en noviembre de 1901“, y una caricatura mostraba a un grupo de hombres, todos con bigote acicalado, bailando alegremente en parejas, mientras que el editor Venegas Arroyo echaba más leña al fuego con un corrido subtitulado, “Aquí están los maricones, muy chulos y coquetones”, que incluía una irónica composición.

Por su parte, Amada, la hija favorita del dictador Porfirio Díaz, anotaba en su diario:

Un día mi padre me mandó llamar al despacho en su casa. Me quería informar que Nacho había sido capturado por la policía en una fiesta donde todos eran hombres pero muchos estaban vestidos de mujer.

Ignacio -me dijo mi padre- fue dejado libre para impedir un escándalo social, pero quise prevenirte porque tienes derecho a saber del comportamiento con la persona con que vives.

Del famoso yerno, se dice que era un caballero de ambiguas costumbres sociales. En 1906 conoce a Emiliano Zapata, “recargado bajo la sombra de los ahuehuetes que rodeaban el corral de la hacienda de San Carlos Borromeo“. Ignacio quedó impactado y pidió referencias de aquel hombre “callado, moreno, orgulloso“.

Muchos historiadores han reseñado que estos señores vivieron un fogoso romance, otros dicen que el revolucionario supo aprovecharse de la debilidad de Ignacio para sacar partido de su cercanía al poder.

El primero de octubre de 1918, Ignacio de la Torre y Mier falleció en Nueva York mientras le practicaban una cirugía de hemorroides. En México, no faltó quien dijo que aquella enfermedad fue producto de sus andanzas, de la vida disoluta que llevaba.

El estigma en la sociedad Mexicana fue tal, que a partir de entonces de manera discreta se evita utilizar el número 41. Así sea un salón de clases, un regimiento militar, cualquier habitación de hotel o número de empleado, difícilmente encontraremos uno que tenga ese número. Evidentemente los hombres en México evitan mencionar su edad cuando cruzan por los 41 años.

La vida de Amada Díaz estuvo llena de complicaciones y tristezas. Murieron Don Porfirio e Ignacio su esposo; nunca tuvo hijos, lo que le llevó a una soledad que le 'ayudó' a acuñar la frase: "mi madre no debió llamarme Amada, el nombre de Dolores habría sido más apropiado para mí".

También se cuenta que los 41 personajes fueron llevados presos a en la prisión de Lecumberri y allí todos fueron encerrados en la celda “J”, por eso también el mote de “los jotos” o simplemente “joto”.

Comentarios recientes

25.11 | 00:55

Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura

16.11 | 05:32

Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.

28.10 | 14:04

Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.

Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.

23.10 | 15:49

Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.

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