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Efectivamente, los Assassins existieron. Pero para entenderlo, primero hemos de ponernos en contexto: El Ismailismo. Se trata de una corriente del islamismo chiita, y sus adeptos, conciben el Corán de un modo muy particular al resto de musulmanes, se trata en esencia de un texto donde se haya un mensaje oculto, que a su vez es metáfora de otro más oculto. Un compendio de peculiar esoterismo que adquirió gran relevancia en el año 1094.
Cuando el Califa del ismailismo falleció se alzó una guerra de sucesión entre sus hijos. Uno de los grupos enalteció al mayor de sus hijos, Nizar, y aunque éste acabó falleciendo encendió una mecha para que se originara a su vez otro grupo paralelo. Los llamados nizaries, a quienes sus enemigos los conocían por otro nombre: los “Assassins”. Una secta minoritaria del Ismailismo, disidente, herética y como no, perseguida.
Su líder era Hasan-i Sabbah, hombre culto y enigmático a quien llamaban “El Viejo de la Montaña”. Este hombre estableció su poder precisamente en una montaña del norte Irán, donde alzó una fortaleza conocida como “Alamut”. Era un construcción increíble e inexpugnable de 2,000 metros de altura donde se hallaba su “nido de águilas”, un nombre que estableció el propio Marco Polo, tras conocerlos en uno de sus muchos viajes.
Los Assassins se entrenaban y estudiaban en este lugar emblemático, siguiendo una férrea instrucción a base de iniciaciones religiosas, adquisición de conocimientos científicos, astronómicos, y ceremoniales. Todo un legado de saberes excepcionales dentro de su rama de la religión Islámica, donde no se excluía la magia o el esoterismo.
Eran muy hábiles en el uso del puñal y el mimetismo. Cuando terminaba su iniciación, los Assassins, se infiltraban en la población y en las altas esferas como espías, esperando a recibir órdenes para dar muerte a sus objetivos. Eran sagaces y hábiles ejecutores. La señal que recibían para “eliminar a un objetivo”, era un pan caliente o una daga que aparecía súbitamente en sus aposentos. Siempre sobre una mesilla.
Se contaba que, dentro de esa inmensa fortaleza, poseían unos espectaculares jardines. Un modo para “entrenar” e iniciar a los Assassins consistía nada más y nada menos que en drogarles a base de hachís y belladona. Una vez sumidos en este mundo onírico de las drogas, se les vestía con ricas ropas, para después, dejarles despertar en alguna parte de esos fabulosos jardines.
Cuando volvían a la realidad, despertaban al lado de un escenario evocador, con árboles increíbles, pájaros, flores bellísimas… Se les dejaba unas horas allí, para después, volverlos a drogarlos y vestirles de nuevo con su uniforme habitual de capa blanca y cinto rojo. Una vez despiertos en sus humildes habitaciones, se les explicaba que habían estado en compañía de Mahoma, en su jardín paradisíaco. Un modo de manipulación psicológica donde se les convencía de que morir, era algo hermoso y plácido. La muerte significaba estar de nuevo en ese rincón paradisíaco.
Los Assassins se alzaron con un poder inusitado. Solo con pronunciar su nombre la gente temblaba, eran sagaces ejecutores con la habilidad de una sombra para entrar a cualquier sitio, con la rapidez del viento, la elegancia de una pluma y la frialdad de un filo de un cuchillo.
Mataron a soldados y sultanes, a políticos y militares… a todo aquel que supusiera un interés estratégico. Mataron y mataron a lo largo de 200 años, hasta que llegó el momento en que tuvieron que medirse con otros poderosos enemigos: los mamelucos y los mongoles. Estas dos culturas lograron derruir todas las fortalezas que habían levantado a lo largo del tiempo, aniquilando sus bibliotecas y todo el peculiar conocimiento del Ismailismo.
Los Assassins fueron masacrados. Los pocos que quedaron se dispersaron hasta desaparecer, dejando solo la estela de su recuerdo, de su leyenda, flotando en la inmensidad de los desiertos y en las mentes de quienes les temieron una vez. Permitiendo que su dominio del miedo quedara en suspensión a lo largo de los siglos hasta que de pronto, han podido volver a la vida.
La historia de la hermandad de los Assassins es la historia de la rebelión contra la tiranía y la defensa de la libertad. Los Assassins existen tal vez desde el despertar de los hombres, siempre en guerra clandestina contra sus viejos enemigos, los templarios. Su tendencia a la adaptación y al secreto ha permitido a la Hermandad sobrevivir a lo largo de los siglos. Aunque sus métodos y tácticas han evolucionado con el tiempo, los Assassins siguen siendo fervientes paladines del libre albedrío.
Los registros de la Orden durante la Antigüedad son escasos. Uno de los acontecimientos históricos mejor documentados de este período y atribuidos a la Hermandad es el asesinato de Julio César. Marco Junio Bruto, conspirador y Assassin, dejó constancia escrita de las acciones que le llevaron hasta el magnicidio. El registro, conocido como los Pergaminos de Rómulo, ofrece valiosa información sobre las motivaciones y la organización de la hermandad de Assassins en la antigua Roma.
Según los pergaminos, las tendencias imperialistas del César y su desdén por el Senado le convirtieron en enemigo de la Hermandad. En el año 44 a.C., Bruto y otros treinta y nueve hombres rodearon y mataron a César en una sala de la Curia para preservar la libertad de Roma. Otro miembro de la Hermandad romana, el Assassin Leonio, mató al emperador Calígula en el año 41 d.C.
Fue en la Edad Media cuando los Assassins salieron a la luz como una facción organizada. En tiempos de la Tercera Cruzada, la Hermandad, bajo el liderazgo del gran maestro Al Mualim, había alcanzado importancia y notoriedad en todo Oriente Próximo. Su principal base de operaciones se encontraba en la fortaleza de Masyaf. Esta ciudadela se convirtió en la piedra angular de la red de los Assassins; en ella fueron entrenados e instruidos en los preceptos de la Orden.
A finales del siglo XII, los Assassins tenían a su disposición una intricada red de informantes en varias ciudades del Levante mediterráneo, incluidas Jerusalén, Acre y Damasco. No obstante, fue en 1191, durante el asedio de Masyaf, cuando los Assassins demostraron su destreza militar rechazando a las fuerzas del gran maestre templario Roberto de Sable.
Pese a sus considerables recursos, la Hermandad no entró en política de forma activa, y tan solo dirigió sus asesinatos contra objetivos a los que consideraba una amenaza para la libertad. Con el fin de preservar la paz, realizaban sus operaciones al margen de alianzas y religiones, y mataban a sarracenos y cristianos por igual.
Sin embargo, la época de esplendor de Masyaf fue efímera. Poco después de la victoria de la Hermandad sobre las fuerzas de Roberto de Sable, se descubrió que Al Mualim era un agente templario que manipulaba a los Assassins de la ciudadela en su propio beneficio. Su traición supuso un gran golpe a la Hermandad: los Assassins supervivientes, tras haber eliminado a su anterior líder, eran ahora una minoría, sin caudillo y con escasos recursos.
Al final, el liderato pasó a un discípulo de Al Mualim, Altaïr Ibn-La’Ahad, que llevó a la Hermandad a un período de autorreflexión y reformas.
Tras la muerte de Al Mualim, los Assassins expandieron temporalmente su influencia hasta la isla de Chipre, donde acabaron con la autoridad del nuevo gran maestre templario Armand Bouchart y obligaron a sus tropas a retirarse.
A finales del siglo XII, los templarios se refugiaron en la clandestinidad, y la Hermandad hizo lo mismo. Obligados a adaptarse por necesidad, los Assassins abandonaron sus fortalezas. Rituales establecidos por AL Mualim, como prohibir el uso del veneno y cortarse el dedo anular, quedaron obsoletos.
Hacia el final de la vida de Altaïr, la Hermandad se movilizó contra el señor mongol de la guerra, Gengis Kan. En 1227, Qulan Gal, Assassin de Mongolia, le descabalgó de un flechazo, y Gengis Kan murió a causa de las heridas. Este magnicidio provocó represalias aún más duras de los mongoles. En 1256, Hülegü Kan, nieto de Gengis Kan, marchó contra la Hermandad y destruyó la mayoría de sus fortalezas en Oriente Próximo.
En el siglo XV, el centro de actividad de los Assassins se había desplazado de Oriente a Italia.
El Renacimiento daba sus primeros pasos en Florencia y esta época de convulsiones sirvió de escenario para nuevos conflictos entre templarios y Assassins. Los primeros, bajo el mando de Rodrigo Borgia, trataban de controlar las ciudades estado italianas. Los Assassins lucharon contra Borgia desde su fortaleza de Monteriggioni hasta el año 1500, cuando el hijo de Rodrigo, César Borgia, arrasó la ciudadela y obligó a los Assassins a reorganizarse en Roma.
La Hermandad había sufrido una grave derrota, pero no se rindió. Igual que en Masyaf, los Assassins de Roma se amoldaron a las circunstancias y adoptaron nuevas tácticas. Establecieron un refugio en la Isla Tiberina y emprendieron una campaña de recuperación.
En Roma, los métodos de los Assassins evolucionaron y, para granjearse el apoyo del pueblo, liberaron la urbe distrito a distrito. Así, los Assassins sacaron fuerzas de la propia ciudad: apoyaban a los comerciantes, financiaban reformas y reclutaban nuevos miembros para la Orden en las calles de Roma.
Con la muerte de César Borgia en 1507, los Assassins consiguieron acabar con la influencia templaria en Roma y al mismo tiempo renovar sus propias filas. El paso al siglo XVI marcó el renacer de la Hermandad, que creció en recursos humanos y materiales y modificó sus tácticas.
Tras la liberación de Roma, los Assassins abrazaron la idea del cambio a través de la reforma de la sociedad. A finales del siglo XX la Orden puso más énfasis en los movimientos sociales y políticos que en la fuerza bruta. No obstante, la transición fue sutil. En Rusia, la Hermandad se asoció a un movimiento conocido como Narodnaya Volya, o “La voluntad del pueblo”. Esta organización surgió a finales del siglo XIX con la intención de derrocar la autocracia zarista. A sus miembros se les consideró terroristas por los actos de violencia cometidos contra la familia real. Los Assassins de Narodnaya Volya mataron al Zar Alejandro II en 1881 y atentaron contra su sucesor, Alejandro III, en 1888.
La Hermandad también estuvo muy implicada en la agitación social de Europa durante el siglo XX. Participó en la Revolución Bolchevique de 1917 y en la eliminación de Adolf Hitler al final de la Segunda Guerra Mundial.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los Assassins comenzaron una transición gradual hacia una nueva forma de cambiar la sociedad, basada en inspirar a través del ejemplo. Conforme el escenario político mundial pasó del imperialismo a la globalización, la Hermandad se adaptó una vez más. La guerra entre los Assassins y los templarios, que había sido antes un conflicto abierto, se libraba ahora en las urnas y en los periódicos. No obstante, la adhesión de la organización al cambio social pacífico no la salvó de la represalia templaria. En noviembre del año 2000, un agente durmiente templario llamado Daniel Cross se infiltró en el centro operativo de la Hermandad en Dubái y mató al Mentor, el miembro de mayor rango de la organización. Cross también reveló a los templarios las ubicaciones de los campos de entrenamiento de los Assassins en todo el mundo.
El mes de noviembre de 2000 marcó, por tanto, el comienzo del fin de la orden de los Assassins. Durante los siguientes doce años, los templarios dieron caza a los Assassins uno a uno. El futuro de la Hermandad es incierto; sus filas, recursos y opciones cada vez son más limitados. No obstante, siguen decididos a luchar contra los templarios hasta su último aliento.
Comentarios recientes
25.11 | 00:55
Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura
16.11 | 05:32
Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.
28.10 | 14:04
Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.
Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.
23.10 | 15:49
Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.
El ritual de iniciación en la masonería y la muerte simbólica.
Antes conocido como Ritual de iniciación, desde hace 115 años los masones le dan la muerte simbólica al iniciado en la logia por medio del Rito de paso como un renacimiento en el conocimiento.
La masonería tiene existencia desde la Edad Media en Europa. Personalidades de las más altas esferas del conocimiento, en especial de arquitectos, le dieron a lo que se conoció en un principio como los francmasones. Este selecto grupo de "eruditos" guardaban con recelo los secretos de la construcción.
De ahí que uno de los principales símbolos sea el compás y la escuadra. Las normas secretas. La exclusividad de estos grupos dio origen a las logias de personas cultas con ideas renacentistas con bases del catolicismo muy fuerte que aún tienen vigencia.
La escritora, antropóloga social y doctora en historia de México, Raquel Ofelia Barceló Quintal, con el apoyo de la Universidad Autónoma de Hidalgo, reveló el Rito de paso al que los nuevos aspirantes a integrar una logia de la masonería deben someterse.
En su trabajo literario titulado "La iniciación, un rito de paso en la masonería: La muerte simbólica", detalla este ritual y el significado de la muerte y el renacimiento de una nueva persona, dividiendo su vida en un antes y un después de la masonería.
¿Qué es un rito en la masonería?
Según Barceló Quintal, un rito en la masonería "es el conjunto de reglas o preceptos con los cuales se practican las ceremonias y se confieren o se comunican los signos, toques, palabras y todas las demás instrucciones secretas de los grados masones", la investigadora también aclara que este concepto hace referencia al gobierno masónico; es decir, a quienes dirigen las logias.
"La masonería consiste en el perfeccionamiento del individuo, en la dirección de la humanidad hacia el camino perfecto y el armónico desenvolvimiento. De ahí que en cada crecimiento del masón se celebren varios rituales hasta alcanzar la perfección".
Toda persona o aspirante a ingresar el selecto grupo de eruditos de la logia, deben someterse a la celebración del ritual como parte obligatoria del ingreso a la sociedad masónica.
Se espera que el postulante deje el mundo ordinario, tradicional y mundano para aceptar y vivir de ahí en más bajo las reglas de la Logia a la cual pertenezca.
La muerte simbólica del iniciado en una logia de la masonería.
Cada sujeto se enfrenta a una muerte simbólica para renacer en nuevos conocimientos.
"El no iniciado debe morir y renacer con una nueva identidad que permite que los demás iniciados lo reconozcan como un igual, es decir, es una muerte representada que implica un renacimiento actualizado por el grupo", explica la antropóloga social de la Universidad Autónoma de Hidalgo.
Otros ritos de paso en la masonería según casa logia.
Cada logia tiene sus propios ritos y rangos de rituales según sea el nivel al que aspire llegar uno de sus miembros.
Gran Logia Unida de Inglaterra:
Rito Escocés Antiguo y Aceptado:
Rito Escocés Rectificado:
Rito de York Se divide en tres grados:
Rito Francés:
Masonería Egipcia:
La antropóloga social mexicana también menciona otros ritos, como el Rito de Emulación, el Rito de Perfección, el Rito Sueco, entre otros. Según el Diccionario Universal de la Francmasonería, se reconocen 154 ritos masónicos.
Los grados tradicionales o fundamentales que están presentes en la mayoría de los ritos son:
El texto señala que estos grados son esenciales y constituyen la base de la masonería en todos los ritos. Además, se destaca que el rito de iniciación es un rito de paso que debe llevar a cabo toda persona para ser admitida a una logia masónica.
Fases del rito de paso o ritual de iniciación en la masonería.
El Rito de paso para el iniciado en la logia masónica está dividido en 4 grandes etapas.
En el primer grado de la iniciación masónica, el candidato experimenta la muerte ritual simbólica, marcada por grados de crecimiento. Desde la verticalidad del aprendiz hasta la horizontalidad del compañero y la proyección cósmica del maestro. La iniciación es la transmisión espiritual y simboliza el descenso del espíritu sobre el iniciado.
2. Gabinete de Reflexión:
Algunos ritos incluyen el Gabinete de Reflexión, un lugar oscuro donde el candidato reflexiona sobre la vida y la muerte. Con elementos simbólicos como una calavera, espejo y platos con sustancias, representa la preparación para la muerte y el renacimiento.
3.Preparación para la Muerte y el Nacimiento:
El candidato enfrenta cuatro pruebas relacionadas con los elementos naturales. La entrada a la caverna simboliza la muerte y el regreso a la tierra. La venda en los ojos marca el primer viaje y el cambio de estado. La agonía en el Gabinete de Reflexión es seguida por la muerte simbólica y el renacimiento.
4. Margen o Fase Liminal:
Durante la liminalidad, el candidato, ciego y con cuerdas alrededor del cuello, realiza un viaje simbólico en la Logia. Desnuda ciertas partes del cuerpo y enfrenta pruebas relacionadas con los elementos agua, aire y fuego. La experiencia es comunicativa y llena de metáforas, representando una transformación.
5. Reagregación o Fase Post-liminal:
En la fase post-liminal, el candidato alcanza un estado estable con derechos y obligaciones en la Logia. Recibe símbolos como la punta de un compás sobre el corazón. Se incorpora a la Logia, adquiere nuevos atributos y realiza un juramento solemnemente.
La fase post-liminal en el ritual de iniciación implica la aceptación como aprendiz de masón.