La Cueva de la Maná

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MISTERIO CUEVA DE LA MANÁ, EN ECUADOR ETIQUETAS: Misterios Publicado Por Axier Auge Lunes, 23 De septiembre De 2013 MISTERIO CUEVA DE LA MANÁ, EN ECUADOR

La Teoría de las Geoproto Civilizaciones (GPC) Parte 4
del libro La Prehistoria Jamás contada© 
de la Teoría de la existencia de Geoproto Civilizaciones© 
de Roberto Zetina

La Teoría de las Geoproto Civilizaciones (GPC) Parte 4
del libro La Prehistoria Jamás contada©
de la Teoría de la existencia de Geoproto Civilizaciones©
de Roberto Zetina

En 1984 un descubrimiento impresionante en la Selva de Ecuador, en la Cueva de los Tayos, en una localidad llamada La Maná convulsionaba el mundo de la arquelogía prohibida, Más de 300 enigmáticas piezas fueron encontradas por el ingeniero Elías de Sotomayor, que a la sazón buscaba oro en un túnel a 100 metros bajo piedra. La colección fue presentada en el Congreso Unsolved Misteries del 200.

Lo más llamativo de todo era una pirámide iluminati: igual a la del billete del dólar de una datación antediluviana…proveniente de una cultura desconocida: ¡La Atlántida-Lemuria!

Esa pirámide es el símbolo de los iluminati de Baviera del siglo XVIII y los masones yankis modernos… ¿Cómo es que ya existía en la Atlántida?

Actualmente estas piezas suponen un enigma sin resolver. No se parecen en nada a las culturas autóctonas de Ecuador, que están a más de 11,200 kilómetros de Egipto.

Los nombres y las inscripciones recuerdan al milenario sánscrito.

Maná es “mente” en sánscrito. Aparece una cobra con 7 grados (chacras) y 33 muescas (masonas, la kundalini sube por 33 grados, vértebras de la columna o chacras), cuando ésta es propia del suroeste asiático. La colección permanece custodiada por un empresario agrícola nativo llamado Germán Villamar.

El lenguaje de los objetos parece un tipo de sánscrito (=lengua perfecta), que es el origen de todas las lenguas y de los mantras de yoga. También parecen usar un lenguaje matemático de números.

CUEVA DE LA MANÁ, EN ECUADOR

Un grupo de buscadores de oro liderados por el ingeniero Elías Sotomayor que se había internado en las selváticas montañas de La Maná, en Ecuador, descubrió en 1984, en una zona que en la década de los 80 había sido objeto de explotación minera de oro por medios mecánicos, en las coordenadas 0.95ºS 79.18W, un profundo túnel que conducía hasta un enorme recinto en el cual se hallaban unos 300 artefactos de piedra de procedencia y edad desconocida, que, de no tratarse de una falsificación, asesta otro golpe mortal a quienes intentan transformar las verdades antiguas en leyendas. 

Estos increíbles objetos parecen haber sido diseñados respetando una geometría psicoacústica, poseyendo además efectos magnéticos de “punto cero” y su diseño, tecnología lítica y acabado, desafían una vez más las especulaciones sobre los conocimientos y las capacidades tecnológicas de las civilizaciones antiguas.

Además de su semejanza con los de la cultura maya, presentan diseños que han sido considerados congruentes con las civilizaciones antiguas del sureste asiático, e incluso sus formas logo gráficas soportan una comparación aceptable con el sánscrito, demostrando que su existencia podría datar de la época en la cual el planeta estaba habitado por una única civilización, tecnológicamente muy superior a nuestro actual hombre post industrial, y culturalmente globalizada.

Estas piedras reaccionan a la luz ultravioleta haciendo brillar ciertas áreas

Estas piedras reaccionan a la luz ultravioleta haciendo brillar ciertas áreas

Con Luz Ultravioleta

Con Luz Ultravioleta

Además de complejas mezclas minerales que cubren todo el espectro lumínico conocido, incrustaciones de calcita ( de conocida propiedad fluorescente ultravioleta) grabadas en la faceta de la talla hacen que, expuestos los objetos bajo luz ultravioleta, dispersen la luz de una forma no lineal y cuántica desviando el centro de atención hacia ciertos símbolos esculpidos que bajo luz natural no aparentan ser importantes, como si se tratase de un código secreto o un mensaje o mapa que todavía no ha podido ser interpretado, más allá del asombro que provoca en el observador estos cambios lumínicos al caer en la cuenta el sutil conocimiento de los patrones de simetría reflectiva que dominaban sus fabricantes. 

Los objetos son todos de diferentes tamaños, y existen discos finamente labrados con geométricos mandalas y círculos concéntricos y excéntricos, placas con espirales y extraños grabados (en algunas pueden reconocerse constelaciones como Orión o Las Pléyades), trece tazas de jadeíta de diferentes tamaños con símbolos que pudieran semejarse similares a los mayas, o a conceptos místicos occidentales contemporáneos, figuras humanas en actitudes rituales, cabezas de serpientes (que actualmente sólo existen en Asia), y finalmente los dos objetos más impresionantes: la representación de una pirámide con 13 escalones o divisiones horizontales, tres lados triangulares y un ojo como símbolo, el cual ha sido representado en todas las culturas antiguas como el Tercer Ojo (muy similar a la pirámide que aparece en el billete de un dólar norteamericano), y una losa de piedra de 60 cm de alto 40 de ancho y 30 de profundidad en el cual se encuentra grabado un mapa del mundo ( que podría tratarse del mapa más antiguo conocido), incluyendo América del Sur, Centro y Norte, Europa, partes de Asia y África y tres continentes que podrían ser los míticos Mu y Lemuria en el Pacífico y la Atlántida en el Atlántico.

Los discos poseen una región de cero magnético en el centro que puede comprobarse colocando un imán allí: éste comienza a girar, a velocidad constante y sin detenerse, en el mismo sentido de las líneas incisas. 

El mapa, por su parte, obviamente representa una época muy antigua, en la cual la estructura geográfica de nuestro planeta era diferente y aún no había enfrentado los catastróficos eventos de los que dan cuenta todos los textos antiguos que aparejaron entre otras cosas subducción y elevación del nivel del mar, pero los continentes actuales son distinguibles inconfundiblemente, mientras en la zona costera del sureste asiático aparece delineada una masa terrestre que actualmente se encuentra bajo las aguas y en las Américas no aparecen las islas del Caribe ni la Península de La Florida y en su lugar una vez más revela enormes masas terrestres que hoy estarían sumergidas.

En medio del Atlántico Norte aparece un pequeño continente (o una gran isla) que coincide con la Atlántida de Platón; en el Pacífico, debajo de la línea ecuatorial, también está representado un continente hoy inexistente y al sur de lo que hoy es Japón, una tercera masa continental (que, dicho sea de paso, coincide plenamente con los hallazgos submarinos de Yonaguni).

Otro detalle enigmático del mapa es que entre la región donde se encontraba la antigua Babilonia y el sitio en La Maná donde se encontraron los objetos, hay trazada una línea blanca que los une.

Con respecto a la misteriosa pirámide, al no haber hasta el momento descubrimientos que acrediten la existencia de pirámides como las egipcias (sólo las hay escalonadas) en América, se la ha considerado una representación de la Gran Pirámide de Gizeh (un supuesto un tanto frágil, no por la distancia, como muchos piensan, sino por todo lo que aún subyace sin descubrir en América, sin ir más lejos, debajo de sus selvas tropicales).

Es de color gris con pequeñas incrustaciones en oro a sus pies representando la constelación de Orión, y otros glifos con caracteres indescifrables (un profesor alemán presidente de la Sociedad Lingüística de dicho país, Kurt Shildmann, dijo haber podido traducir dicho texto críptico como: “El hijo del creador está en la calle”).


Todas las piedras de La Maná reaccionan bajo la luz ultravioleta, algunas formando numerosas constelaciones que comienzan a brillar como estrellas en el cielo nocturno, pero en el caso de la pirámide, su ojo comienza a emitir luz propia originando unos grabados azulados.

En la parte posterior se observa unas incrustaciones de oro que representan la constelación de Orión…igual que las pirámides de Giza…, y las letras que aparecen, muy similares al texto del manuscrito voynich aún sin descifrar y con la escritura de la Isla de Pascua, son del “pre” sanscrito (es decir más antigua que la primera escritura conocida…)

Cabe destacar que las historias de transmisión verbal que han sobrevivido a los tiempos, dan cuenta de la existencia de una Ciudad de Oro en lo que actualmente es la selva ecuatoriana, llamada, precisamente “La Maná”, que si se toma en cuenta una traducción del nombre desde el sánscrito (probablemente uno de los idiomas más antiguos conocidos), significaría “La Mente” o “El Cuerpo Mental”, y que las características de la zona donde fueron hallados los objetos es muy especial por el hecho de encontrarse oro orgánico en el agua, fenómeno que los hidrólogos consideran que sólo se produce en las fuentes de agua más ricas del planeta.

Actualmente, las Piedras de La Maná forman parte de la copiosa colección privada que posee en Ecuador Germán Villamar, quien recibió la totalidad de las mismas aparentemente en calidad de donación o legado por parte del Dr.Sotomayor.

Comentarios recientes

25.11 | 00:55

Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura

16.11 | 05:32

Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.

28.10 | 14:04

Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.

Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.

23.10 | 15:49

Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.

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