Pirámide del Adivino en Uxmal, Yucatán, México

Pirámide del Adivino en Uxmal, Yucatán, México

Cuando los descubridores españoles conquistaron el antiguo México, encontraron que los aztecas jugaban un juego muy semejante al “parchís” de la India y Persia, donde se jugó hace millares de años. Los aztecas empleaban habichuelas en lugar de dados, pero la mecánica del juego era la misma, y su nombre: “patolli” aludía al dado a las semillas y era vagamente reminiscente del nombre en hindú.

Esas coincidencias se dan en otros ámbitos, en lugares o formas correspondientes a lugares distantes y opuestos en el mundo, como son China y México. Ello no significa, de manera alguna, que se produjeran influencias directas entre regiones, sino que posiblemente los coincidentes llegaron a ambos extremos desde un lugar de origen común, situado entre ambos polos.


Un ejemplo de esto lo tenemos en los motivos de los frisos “chinos” descubiertos recientemente en el Tajín y otros lugares arqueológicos de México, de franca influencia maya. Si se comparan esos motivos con otros de remota antigüedad china, pertenecientes a las primeras dinastías Hia, Chang y Tchou, de 200 a 250 a. de C., se ve que el parecido es demasiado exacto para ser fortuito: incluyendo el uso de la doble línea como realce y los penachos curvados en forma de tigre.

Pero volvamos al idioma, porque es allí donde las coincidencias “no fortuitas” abundan mayormente. Casi todas las lenguas de Europa, y algunas del Oriente Medio, incluyendo las de la India antigua, están relacionadas, tanto por su vocabulario como por su construcción.

Probablemente derivan de una lengua madre común que, al principio los lingüistas alemanes clasificaron como indogermánica, pero luego los franceses llamaron más atinadamente indoeuropea.

La Dispersión del Idioma

Beroso, historiador babilonio, evoca un periodo en que una antigua nación se ensoberbeció de tal modo de su poder y su gloria, que comenzó a ofender a los dioses. Se construyó entonces en Babilonia una torre tan alta que su cúspide tocaba casi el cielo. Pero los vientos vinieron en ayuda de los dioses y derribaron la torre, cuyas ruinas recibieron el nombre de Babel (confusión). Hasta entonces, los seres humanos se habían servido de una sola y misma lengua; pero entonces dejaron de entenderse entre sí y hablaron diversos dialectos.

Al otro lado del Océano Atlántico, las antiguas crónicas toltecas de México contienen un relato casi idéntico, referente a la construcción de una alta pirámide y a la aparición de numerosas lenguas que impidieron se entendieran los constructores y pudieran terminar su obra. Andrew Tomas concluye: “Si consideramos la construcción de la Torre de Babel como un hecho histórico y no como una fábula, ello demostraría la existencia, en una época lejana, de un imperio mundial en que se hablaba una sola lengua.”

Como un “Estado Planetario” semejante no habría podido existir sin vías de comunicación organizadas y sin nociones tecnológicas suficientemente avanzadas, para algunos atlantólogos es forzoso contemplar como eventual posibilidad, la existencia de una edad muy avanzada de civilización, antediluviana, en un centro geográfico que pudo ser el dela isla Atlántida en mitad del océano. Por otra parte, la tradición universal afirma que hubo primeramente una lengua común y luego aparecieron los idiomas y dialectos del mundo, corresponde a la actual creencia de los filólogos que existió una “lengua madre”, generadora de idiomas y dialectos, en los que hay raíces y elementos comunes.

Confusión de las Lenguas

También los antiguos mayas tienen una leyenda de la existencia de una primitiva lengua común que se convierte, por confusión, en otras varias diversas. El Popol Vuh dice al respecto lo siguiente: “Aquellos que habitaban las tierras por donde sale el Sol… no tenían más que una sola lengua… esto fue después de que hubiesen llegado a Tula, antes de dirigirse al Oeste. Aquí, la lengua de las tribus fue cambiando. Su forma de hablar se hizo diferente. Todo lo que habían oído y aprendido cuando partieron de Tula se hizo incomprensible para ellos… Pues su lengua (lenguas)… pronto se hizo distinta…¡Ay, ay, hemos abandonado nuestro propio idioma! ¿Por qué hemos hecho esto?...Nuestra lengua era una cuando partimos de Tula, solo una en el país que habíamos nacido…”

Y eso mismo que los mayas antiguos narran como acaecido en una región determinada, y los babilonios la refieren a otra, puede haber sucedido en un lugar común, donde una sola lengua se convirtió en varias distintas. Pero siempre se conservaron en esas lenguas diversas raíces o radicales comunes. Por ejemplo: Teotl es dios en nahuatl, derivado del maya, y Theos es dios en griego antiguo. Teocalli es Casa de Dios, templo en nahuatl y Theou kalias es Morada de Dios, templo también en griego. Tan clara equivalencia hizo exclamar exageradamente al sabio alemán Alexander Von Humboldt, cuando leía algún escrito azteca en México: “¡Esto es puro griego!”.


El nombre de Tláloc, el dios mexicano del agua y de la lluvia, ha sido comparado con la palabra griega que existe para nombrar al mar, Thallassa, no solo por la fonética del nombre, sino por los elementos que el mar y el dios gobiernan.


Los Derivados de Atlán


En maya agua se dice “ha” y en náhuatl atl: en ambas lenguas originalmente se le dijo a al agua, como en casi todos los pueblos del mundo. “Tlan” en náhuatl significa lugar o sitio rodeado de, por lo que atlán se traduce fácilmente por “lugar rodeado de agua,” es decir, simplemente una isla. Los primeros nahuatls que llegaron a México, procedentes al parecer del norte del valle central de la altiplanicie mexicana, dijeron que eran origina ríos de Aztlán, “la tierra de las garzas,” según algunos autores, o de Aztlán, “un lugar rodeado por el agua,” según otros. Quizá la confusión se debe a que la letra z era en la vieja lengua nahuatl solo una letra eufónica.


Ahora bien, Atlán es el verdadero nombre de la Atlántida, cuyas letras finales son una desinencia griega que le fue agregada. Y hay muchas coincidencias entre la Atlántida y los antiguos pueblos americanos (mexicanos ahora). La figura del Atlas griego, toma donde la tradición Atlántida, corresponde al Atlanteotl nahuatl. André Boneto, en su libro La divination chez les Atlantes, París 1950, dice al respecto: “Existe en el Códice Borgia la figura de Atlanteotl, que carga sobre sus hombros el agua celeste, tal como lo hace el Atlas griego, al que estamos acostumbrados a dar prioridad como símbolo”.


Atlanteotl se forma de la voz maya Atlan, a la que se agregó el vocablo Teotl (dios), para expresar el dios Atlán. Y en la mitología griega antigua, inspirada en la más antigua de la India, la hija de Atlas se llama Maya, que fue también la antigua princesa de los Nagas o mayas, llegados del mar, ¿de la Atlántida?, donde una civilización común se extinguió, no sin antes haber dejado sus rastros en otros pueblos.

Artículo publicado en Excélsior, en diez entregas del 30 de agosto al 8 de septiembre de 1976.

Comentarios recientes

25.11 | 00:55

Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura

16.11 | 05:32

Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.

28.10 | 14:04

Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.

Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.

23.10 | 15:49

Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.

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